Patakíe Shangó - “La reconciliación” Santería Patakíe Shangó Oggún Oshún Oggún y Shangó todo lo compartían y acudían juntos a las fiestas donde se divertían de lo lindo. No faltó algún envidioso que le dijera a Oggún, al oído, que Shangó sólo quería sobresalir porque se consideraba superior, ya que era muy buen bailarín, y tocaba el batá mejor que todos y quería, por eso, a las mujeres más bellas para él. Ese mismo le dijo a Shangó que Oggún se moría de envidia porque Oshún, la mulata linda, estaba loca por él, que el herrero estaba planeando traicionarlo y que tuviera mucho cuidado. Tantos fueron los chismes y tan grande fue la intriga, que los otrora inseparables amigos se disgustaron entre sí. Oggún se acuarteló en el monte y puso trampas erizadas de puntiagudas flechas para esperar a Shangó. Se desató una guerra feroz. Shangó tiró rayos y Oggún trató de decapitarlo con su afilado machete. Completamente fatigado, ya casi sin aliento, Oggún fue a refugiarse en la montaña. Shangó, que también estaba agotado, buscó refugio en el mismo lugar. Allí se encontraron ambos guerreros y como sus fuerzas ya no les permitían continuar el combate, acordaron una tregua. Mientras tanto comenzaron a conversar y a reprocharse mutuamente el haber comenzado aquella irresponsable contienda. Hablando y discutiendo lo ocurrido, quedó claro para ambos que la causa de todo había sido los chismes de los envidiosos, por lo que se reconciliaron ese mismo día.